domingo, 29 de marzo de 2009



Como ya es mi rutina nocturna, me senté en mi balcón a contemplar como la gente pasa, de un momento a otro apareció aquel vagabundo, cargando su vida sobre la espalda. Se sienta delante de la puerta de colores brillantes y prende un cigarro.
Veo la gente como pasa frente a él, cual fuera un fantasma, y de un momento a otro, como si el tiempo se detuviera él me mira en mi ventana... y yo lo miro, con su vida sobre el hombro y su cigarro.
En ese instante dos miradas se cruzaron, dos vidas tan distintas, y a la vez tan parecidas.
Por un instante pensamos lo mismo, uno a cada extremo de la vida, nos cruzamos y hablamos sin decir palabra.



"...Fui a los bosques porque quería vivir deliberadamente, enfrentar sólo los hechos esenciales de la vida, y ver si podía aprender lo que ella tenía que enseñar, no sea que cuando estuviera por morir descubriera que no había vivido. No quería vivir lo que no fuera la vida; ¡es tan nnhermoso el vivir!; tampoco quise practicar la resignación, a no ser que fuera absolutamente necesaria. Quise vivir profundamente y extraer toda la médula de la vida, vivir en forma tan dura y espartana como para derrotar todo lo que no fuera vida, cortar una amplia ringlera al ras del suelo, llevar la vida a un rincón y reducirla a sus menores elementos, y si fuera mezquina, obtener toda su genuina mezquindad y dar a conocer su mezquindad al mundo, o si fuera sublime, saberlo por propia experiencia y poder dar un verdadero resumen de ello en mi próxima salida. Porque me parece que la mayoría de los hombres se hallan en una extraña incertidumbre acerca de si la vida es del diablo o de Dios, y han deducido apresuradamente que la principal finalidad del hombre aquí es “glorificar a Dios” y gozar de él en la eternidad. Sin embargo, vivimos mezquinamente, como las hormigas, aunque la fábula nos cuenta que hace mucho fuimos transformados en hombres; luchamos con grullas como los pigmeos; es un error sobre otro error, remiendo sobre remiendo, y nuestra mejor virtud tiene, para esta ocasión, una miseria superflua y evitable. Nuestra vida está desmenuzada por los detalles. Un hombre honrado pocas veces necesita contar más que sus diez dedos, o, en casos extremos, puede añadir los otros diez de los pies y comprar a bulto el resto. ¡Sencillez, sencillez, sencillez! Que tus asuntos sean dos o tres y no cien o mil; en lugar de un millón, cuenta media docena y lleva sus cuentas sobre la uña de tu pulgar. En medio de este mar picado de la vida civilizada, son tales las nubes y tormentas y arenas movedizas y mil otras cosas a las que hay que atender, que un hombre tiene que vivir haciendo cálculos si no quiere naufragar e ir al fondo y no llegar a puerto alguno, y sin duda ha de ser un gran calculador el que triunfe. ¡Simplificar, simplificar! En lugar de tres comidas por día, no comas más que una si es preciso; cinco platos en lugar de cien; y reduce todas las demás cosas en esa proporción. Nuestra vida es como una Confederación Germánica, compuesta de pequeños estados, con sus límites siempre fluctuantes, en forma tal que ni un alemán puede decirnos cuáles son sus propios límites en un momento dado. La misma nación, con todas sus llamadas mejoras internas —que, por otro lado, son todas externas y superficiales— es como un establecimiento pesado e hipertrofiado, colmado de muebles y atrapado por sus propias trampas, arruinado por el lujo y los gastos sin cuidado, por falta de cálculo y de un objetivo digno como el millón de hogares que hay en el país; la única cura para ello es una economía estricta, una vida sencilla, más que espartana, y la elevación de los designios..."
Henry David Thoreau

lunes, 2 de marzo de 2009

Mi amor debe ser tan libre

Como lo es el ala del águila,
sobrevolando la tierra, el mar
Y cualquier cosa.
No debo oscurecer mi ojo
En tu salón,
No debo abandonar mi cielo
Ni mi luna nocturna.
No seas la red del cazador
Que impide mi vuelo,
Y es dispuesta hábilmente
Para permitir la vista.
Sino el viento favorable
Que me transporta,
Y todavía empuja mi vela
Cuando te has ido.
No puedo abandonar mi cielo
Por tu capricho,
El amor verdadero debe elevarse tan alto
Como el cielo.
El águila no disputará
Con su compañero así conquistado,
porque adiestró a su ojo a mirar
por encima del sol.


Thoreau




=(

I’m guided in the darkest night

En la noche más oscura, soy guiado
Por destellos de luz auroral,
Que impactan en tu morada oriental
Y me enseñan a no vagar en vano.
Tu uniforme luz saliente
Hace palidecer al ocaso y permanecer al día,
Y después del orto afirma el alba,
Predecesora de una brillante mañana.

Aquí no hay nadie para mí,
Sino que permaneciendo solo para ser,
Cuando otros ríen no estoy contento,
Ni sufro cuando otros gritan,
Sino que, sean felices a agraviados,
Soy alguien extra.
Soy pobre sin culpa
Una conciencia golpeada sin vergüenza,
Un cuerpo ocupado sin placer.
No pensé que un día tan brillante
Llegara a una noche tan oscura.
No pensé que una obra tan sobria
Me dejaría abandonado en una situación tan cruel
Y que debería ser más penosamente abusado
Donde primero fui más inocente.
Pensé que al amar todo más allá,
Te probaría mi amplio amor
Y por las obras por las que me alcé
Mostrarte mi amor singular.

Thoreau